La vida de algun@s Muzquiz y sus conyuges, son novelas que fueron...

La Muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Somos lo que recordemos haber sido y seremos lo que otros recuerden que fuimos

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martes, junio 28, 2005

Jefferson, Jackson con Napoleón cercan a Nueva España

La región de Luisiana fue ocupada por Francia a comienzos del siglo XVIII. En 1763, el Tratado de París, que puso fin a la guerra de los Siete Años, estableció que la zona oriental del Mississippi fuera cedida a Gran Bretaña, al tiempo que ratificaba el Tratado de Fontainebleau por el que Francia cedió el resto de Luisiana a España en compensación por la pérdida de Florida. En 1800 este territorio volvió a la soberanía francesa por el segundo Tratado de San Ildefonso (impuesto a España por Napoleón I Bonaparte). En 1802 se produjeron dos hechos que el presidente Thomas Jefferson consideró hostiles para los intereses de Estados Unidos: el envío de tropas francesas a Nueva Orleans y a la isla de Santo Domingo para reprimir sublevaciones que habían estallado en esos territorios, y la supresión del derecho de depósito, privilegio acordado tiempo atrás con los comerciantes estadounidenses para guardar mercancías en Nueva Orleans hasta su trasbordo. Jefferson envió a James Monroe a París para colaborar con el ministro plenipotenciario en Francia, Robert R. Livingston, en el intento de realizar una de las cuatro posibilidades siguientes la compra de la Florida oriental y occidental y de Nueva Orleans; la adquisición sólo de Nueva Orleans; la compra del territorio a orillas del río Mississippi para construir un puerto estadounidense; la adquisición a perpetuidad de los derechos de navegación y almacenamiento. Las negociaciones previas entre Livingston y el ministro francés de Asuntos Exteriores, Charles Maurice de Talleyrand-Périgord, fracasaron. Más tarde la situación internacional empeoró para Francia. El ejército francés de Santo Domingo quedó diezmado por una epidemia de fiebre amarilla y la sublevación estalló en la isla. Napoleón, decidido a sacar el mejor provecho de tan complicada situación, dio nuevas instrucciones a Talleyrand y el 11 de abril de 1803, éste sorprendió a Monroe y Livingston con un único e innegociable ofrecimiento: la compra de la totalidad de Luisiana. Aunque esta operación rebasaba su competencias, los embajadores estadounidenses aceptaron. A comienzos de mayo, se firmaron tres documentos por los que Francia cedía Luisiana a Estados Unidos. El precio acordado fue de 15 millones de dólares, de los cuales 11.250.000 suponían el pago a Francia de los derechos de cesión de los territorios. Los restantes 3.750.000 dólares fueron utilizados por el gobierno de Estados Unidos para satisfacer las reclamaciones de sus ciudadanos contra Francia. En el momento de la compra, Jefferson fue interpelado sobre la constitucionalidad de la adquisición de territorios por no añadir una nueva enmienda a la Constitución estadounidense que le diera cobertura legal. No obstante, la adquisición de Luisiana fue ratificada por el Senado de Estados Unidos bajo la forma de tratado.